Dulce Ramírez de Igualdad Animal ahonda en el tema del fármaco presente en la carne comercializada en México, el cual, se les da a los animales para aumentar su masa muscular, que pese a que su uso está prohibido, se continúa usando.
Ciudad de México, 15 de abril (SinEmbargo).– Lógico es pensar que un rastro opera porque los matanceros, los trabajadores, los médicos veterinarios, los administradores y el director han sido y están constantemente siendo capacitados. Que los rastros municipales, privados o de Tipo Inspección Federal operan cumpliendo todas las normas porque son inspeccionados por el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) que conocen los reglamentos, las leyes y las normas con las que debe operar un rastro.
Pues no...
Esta semana ha dado mucho de qué hablar Saúl “El Canelo” Álvarez. Y es que desde que se canceló su pelea del 5 de Mayo en Las Vegas por una situación de dopaje (clembuterol en sus muestras de orina), no ha dejado de culpar a la carne mexicana, incluso insinuando la posibilidad de hacerse vegetariano.
Sus declaraciones han desatado, nuevamente, el debate sobre el uso del clembuterol en la ganadería industrial en México. Esta discusión no es nueva. Todos los mexicanos recordamos los escándalos que se han dado en torno a este fármaco. La realidad es que desde hace años, las autoridades, entre ellas la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y la Cofepris, saben que algo no está bien en la carne que consumen gran parte de los mexicanos: está contaminada con clembuterol.
El clembuterol, un fármaco empleado contra enfermedades respiratorias, también es usado en animales para aumentar su masa muscular y, por lo tanto, su peso. Y aunque su empleo en la industria càrnica está prohibido en México desde 2002, muchos productores lo siguen usando para obtener la máxima ganancia en la comercialización de la carne, a pesar de que éste es particularmente dañino para quienes padecen problemas cardíacos.
En este punto surge la pregunta que a todos nos ronda en la cabeza: ¿están Sagarpa y Cofepris atendiendo intereses unilaterales para beneficiar a la industria ganadera sin importar la salud humana ni el bienestar de los animales o bien, la administración, verificación e inspección de los más de mil rastros de los que se tiene registro, sin contar los clandestinos, sencillamente los ha rebasado?
Como respuesta a las denuncias interpuestas por Igualdad Animal y otras organizaciones de protección animal, Sagarpa anunció el 2 de abril el inicio de un programa de capacitación y un día después, el 3 de abril, la Cámara de Diputados saca un punto de acuerdo exhortándolos para que capaciten. Nadie quiere asumir el hecho de que en México los rastros están operando fuera de las normas y que existen problemáticas mucho más severas y oscuras que nada tienen que ver con la pericia o conocimientos de los trabajadores sobre la normativa federal.
Durante casi dos años Igualdad Animal ha mostrado que es un problema mucho más a fondo. Particularmente, la investigación que realizamos en más de 31 rastros municipales puso en evidencia el alarmante incumplimiento de tres normas oficiales mexicanas. Dos específicamente tienen que ver con el trato que se le da a los animales, normas de Bienestar Animal, la NOM-033-SAG/ZOO-2014 y la NOM-051-ZOO-1995, y otra de Salud Pública, la NOM-194-SSA1-2004.
El cumplimiento de estas tres normas fue el gran ausente en esta investigación. Los investigadores encontraron animales con tuberculosis, hematomas, úlceras y heridas en sus cuerpos, sin mencionar la brutal forma en la que son movilizados para finalmente matarlos. Todo en presencia de veterinarios.
Sagarpa y Cofepris aseguraban que era un hecho aislado, que en los rastros de Tipo Inspección Federal sí se cumplían las normas; pero después, surge el documental Matadero, una investigación en más de 50 rastros de México, incluidos rastros TIF, que reiteraba los hallazgos.
Con todo lo revelado en investigaciones relativas a la falta de controles en los rastros para detectar el uso de clembuterol y en las investigaciones de ONG´s preocupadas por los animales que están siendo brutalmente masacrados en los rastros de México, no sólo ha quedado al descubierto la práctica impune y extendida entre productores de engordar a los animales con clembuterol, sino la actuación - o falta de ella- de Cofepris para proteger los intereses de la industria cárnica antes que la salud de la población mexicana y el sufrimiento de millones de animales.
No basta con capacitar señores y señoras. El incumplimiento a las Normas Mexicanas debe ser un delito. Sí o Sí. No hay lugar para más paliativos. Ni para la corrupción ni intereses partidistas. Los animales están siendo masacrados y torturados todos los días con sus noches y la salud de las personas está siendo vendida a particulares.
Definitivamente, dejar de comer carne, como lo menciona “El Canelo” es la única forma de asegurar no estar consumiendo carne contaminada con Clembuterol y dejar de participar de la violencia sistematizada contra los animales de granja.
CONTACTO
Dulce Ramírez | Directora de Igualdad Animal México